viernes




Ajo -micropoemas-

nota en el Blog de Eterna Cadencia






jueves

Escribir




Alan Pauls y Edgardo Cozarinsky,


en la revista Ñ

miércoles

La literatura y el humor

Luis Rafael Sánchez acaba de despotricar contra los escritores solemnes “cuesta tanto escribir que encima hacerse el solemne es una estupidez”. Y luego ha recordado el final de Con los Faldas y a lo loco, con Jack Lemon y Marilyn Monroe, cuando un mafioso se enamora de uno de los protagonistas disfrazado de mujer para huir de la mafia, y termina confesándole al final de la película al mafioso que es hombre. Y la respuesta de este es impecable: Nadie es perfecto.

Bryce Echenique comenta que nunca busca el sentido del humor en los libros, no lee libros para reírse, pero cuando al final del libro no se ha reído se siente mal.


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domingo

Luisgé Martín: “La inspiración me parece un momento erótico”


Algunos escritores veneran los fogonazos de inspiración; otros, nos recuerdan que la celebérrima frase picassiana: “que me coja trabajando”. Ese tránsito, entre la llegada de las musas y la obra literaria concluida, parece ser uno de los secretos mejor guardados por los autores. Sin embargo, Luisgé Martín nos desvela qué es para él ese momento mágico, si existe, en el que pare su literatura. “Viene de repente. Se parece a un estado de ánimo, a un sentimiento; pero también a un momento erótico”, explica. Con el autor madrileño, concluimos esta serie de artículos en los que un grupo de escritores y escritoras nos confiesan un quinteto de recetas para afrontar la literatura.

PRIMERO. Escribo sin demasiadas manías pero con rutina. En mi despacho y en silencio. A cualquier hora, pero preferentemente por la noche. El porqué es larguísimo y siempre incompleto: por imperativo vital, para contarme a mí mismo el mundo, para combatir la muerte, para tener un hilo de comunicación con los demás, para ahorrarme la terapia psicológica...

SEGUNDO. La inspiración existe, pero es una de las cosas más fugaces e imprevistas que conozco. Viene de repente. Se parece a un estado de ánimo, a un sentimiento. Pero se parece también a un momento erótico: después del manoseo y de los besos con el papel durante mucho rato, llega la excitación y de golpe todo fluye de otra manera. No obstante, los libros se construyen con trabajo, con perseverancia, con paciencia. A diferencia de otros trabajos o de otras tareas (incluso algunas también creativas), la escritura exige constancia. Lo importante no es sólo sentarse delante del ordenador cada día, sino tener la cabeza ocupada las veinticuatro horas del día por el libro que se escribe. La inspiración llega con el trabajo, pero sobre todo llega con la obsesión.

TERCERO. ¿De qué escribir? Miguel Hernández, cuyo centenario celebramos este año, escribió aquel célebre poema de las tres heridas: la de la muerte, la del amor y la de la vida. Ahí están todos los asuntos que pueden interesar a un escritor. La particularización, el detalle literario, vendrá de la mano de la biografía de cada uno: de las carencias, de los fracasos, del azar, de las lecturas. A mí, como autor, me han interesado siempre los asuntos relacionados con las relaciones humanas, con la doblez oscura que hay detrás de cada individuo. Pero como lector, en cambio, me han interesado todo tipo de temas. Parafraseando, con un poco de pedantería, a Terencio, podríamos decir que nada de lo humano le es ajeno a la literatura.

CUARTO. Los personajes nacen de varios moldeados. Siempre hay un rasgo de temperamento, un hecho biográfico o un motor vital que están en el germen, en la médula del personaje. Luego se le “adorna” con un aspecto físico, con unas costumbres y con unas características que a veces tienen sentido narrativo (que abundan en la personalidad principal del personaje) y otras veces son meramente accesorios, aunque sin duda sirven para conformarlo. Un personaje celoso, por ejemplo, no tiene por qué ser fontanero o cantante de ópera, pero tiene que tener una profesión; no tiene por qué ser calvo o ser melenudo, pero tiene que tener un aspecto físico. La voz, las palabras, son importantes también para pintar el personaje. Y, una vez más, el azar. Algunas veces, en el curso de escritura de una novela, me han pasado cosas o he conocido a personas que me han ayudado al dibujo de un personaje. Si no me hubieran pasado esas cosas, o si me hubieran pasado otras, el personaje habría sido distinto.

CINCO. Hay libros que sirven de patrón o de biblia literaria, según dicen los entendidos, pero yo no he leído con esa sistemática nunca. Es evidente, por ejemplo, que leer a Henry James ayuda a un escritor, por ejemplo, pero se puede ser un escritor excelente sin leer a Henry James (e incluso yo diría que leyendo a Henry James con el propósito de aprender a escribir se será peor escritor). Yo siempre recomiendo leer mucho y en desorden. Es lo que yo he hecho (no premeditadamente: por pereza científica) y creo que es útil.

jueves

Sobre los cuentos que llegan


Por esas razones escribo cuentos que me buscan y encuentro durante un trayecto de autobús, al observar a la gente desde la terraza de un bar, al imaginar qué ocurriría si..., al escuchar una conversación o al leer una de esas noticias breves que se pierden en los ángulos muertos de los periódicos. Relatos en los que se puede contar una fracción de clarividencia de la cotidianidad o indagar en algo intrascendente en apariencia y al mismo tiempo introducir reflexiones críticas ante los valores sociales y las emociones del individuo. De Guillermo Busutil, "El cuento, un golpe de mano" en Pequeñas resistencias (Páginas de Espuma)



miércoles

Escritores o no escritores, la idea es ésta



La mayoría de las personas no ven lo que sucede a su alrededor.

Este es mi mensaje principal para los escritores: por el amor de Dios,

mantengan los ojos bien abiertos.

(William Burroughs)