viernes

Julia Cameron


I use writing as a constant tool of self examination and transformation, handling life, understanding life, grounding life, I believe in writing as a spiritual tool quite apart on weather then you write a book or not.
Julia Cameron

"Uso la escritura como una constante herramienta de auto observación y transformación, para observar la vida, comprenderla, y consolidarla , creo en la escritura como una herramienta espiritual más allás de si después escribís un libro o no"

jueves

¿Se puede enseñar a ser creativo?



No,
pero se puede tratar de
ayudar
a que cada uno se
permita

ser creativo.

lunes

¿Cuaderno o computadora?


No es una cosa o la otra. Podemos escribir en un documento de word, perfectamente, sobre todo los que dominan el teclado con la velocidad de la luz.

Y sé también de la fiaca que les puede dar escribir a mano, "se me cansa la mano" "es más rápido en la compu" "no entiendo mi letra"

Todos argumentos válidos.

Pero

Escribir a mano nos da la posibilidad de escribir en cualquier lado: una plaza, en el río, en un bar. No tenemos que esperar a que nos presten o que se desocupe la computadora (situación de conflicto más que frecuente en muchas casas) Y las computadoras, en muchas casas suelen estar en un lugar con poca privacidad.

Si escribimos en un cuaderno podemos re leer y marcar y hacer anotaciones al costado si algo nos parece bueno como para seguir escribiendo sobre eso más adelante.

Y a mí, lo que más me gusta, es conectarme con una escritura fluida, orgánica, que sale de nuestro cuerpo, que no haya máquina de por medio, poder sentir como desliza la lapicera o la birome en el papel.

Ver nuestra propia letra le da a lo escrito una identidad, una sensación de "esto es mío, lo escribí yo" que por más fonts que tenga nuestra compu, nunca va a poder lograr eso.

Nuestra letra es única, como cada uno de nosotros. Y está bueno conectarnos con eso.
Sentir que la escritura sale de nuestra mano, de nuestro cuerpo, y no de la yema de los dedos es diferente, se siente distinto.

Piénsenlo.



domingo

"Yo no sé qué escribir"


Lo primero que nos conviene saber es que para escribir no hay que tener de antemano grandes ideas. Más bien, muchas ideas chiquitas, o medianas si querés.

La mejor manera de encontrar ideas es buscándolas.

Y la mejor manera de buscarlas es escribiendo.

Una manera puede ser, escribir, escribir mucho. Abrir el cuaderno, poner la fecha, dejar un renglón y escribir. Lo que sea. Lo que se te ocurra, nada está mal, nada puede estar mal, si es tuyo, si es lo que vos querés escribir. Entonces está perfecto. No pares. Si no sabés qué más escribir, escribí eso "no sé qué más escribir" y si eso te pone de mal humor y querés largar todo porque te parece una pavada, escribí "no sé qué estoy haciendo, esto es una pavada, y me da bronca, y..."
Y seguro que de ahí sale algo más.


Probá.

Otra buena idea para empezar a escribir es hacer una lista con ideas de cosas que te gustaría escribir. Sin miedo. Nadie te va a juzgar, nadie lo va a leer. ¿Sobre qué temas te gustaría escribir?

Me gustaría escribir sobre

- el amor
- las peleas con mis amigas/hermana/padres
- de lo plomazo que es el colegio
- el susto que me da que alguien esté enfermo
- el perro que quiero tener pero no me dejan
- cómo me gustaría llevarme con mi novio/a
- mis miedos
- cosas que quiero hacer y no las hago
- cosas que me ponen triste
- la música que me gusta
- mis malos humores



No, no no, no. Acá no termina la lista. Acá termina mi empujoncito. Si vas a hacer tu propia lista tiene que ser larga, bien larga, más larga.

Y después la lees. Y marcá las ideas que más te gustaron.

¿Y ahora?

Ahora poné esa idea de título ¡y escribí!

Escribir es placer



Entendí con el tiempo, sobre todo trabajando de Maestra de Jardín, que lo importante no es cómo queda un dibujo, por ejemplo. Que lo más importante es el proceso, cómo lo vas haciendo, cuánto disfrutás, cuánto tiempo le dedicás, cuántas ganas, cuánto placer, cuánta libertad.

Si más adelante, aparte, pero aparte, queremos que quede lindo según nuestro propio criterio, es decir, que nos guste, que nos satisfaga, bueno, buscaremos las maneras. Pero siempre, siempre, es mucho más importante cómo lo voy haciendo, el mientras tanto, el proceso.

Escribiendo también, es lo mismo. Escribir y disfrutar escribiendo. Una vez que el disfrute se saborea, se palpa, se huele, se siente en la panza, bueno, recién ahí vemos, y si queremos, investigamos qué escribimos, y si queremos escribir más de una cosa que de otra, o si nos gustaría tener un proyecto o qué.

Para escribir, un buen comienzo

No necesitamos ni una buena idea, ni una trama original, ni ser superdotados.

Para escribir, un buen comienzo podría ser comprar un cuaderno.



Sí, eso.

A mí me gustan los cuadernos lindos, que me dan ganas de tener conmigo. Obviamente que no me imagino a ningún varón atraído por esta propuesta tan florida y colorida, infantil y adolescente.

También me gustan los cuadernos de este tipo, que fui descubriendo en diferentes lugares, y cada vez que encuentro uno que me gusta mucho, y me lo compro, ya se que tengo más lugar para seguir, un lugar nuevo, que me está esperando. Me da entusiasmo.

Y los conocidos cuadernos rivadavia tapa dura de 50 hojas, son una excelente opción. Porque nada de la facilidad del cuaderno con espiral para arrancar hojas (noooo!), porque son fáciles de llevar, se pueden completar porque no son eteeeernos, y porque una vez que tenemos varios ya escritos, es muy gratificante verlos uno al lado el otro como una colección de escritura personal editada por la misma editorial (editorial rivadava tapa dura!)


Entonces: Un cuaderno, de los de tamaño de colegio primario, porque los grandes son enormes, y difíciles de llevar. Y una birome o una lapicera que se deslice fácil.


No es ni caro, ni complicado: ganas de escribir, un cuaderno que nos guste, una birome que escriba lindo.

Casi posible ¿no?

En mi colegio


A mí nadie me había dicho que escribir era bueno, o cuáles eran las ventajas de escribir. Yo fui a un colegio en el que, en esa época por lo menos, valoraban mucho (más bien solamente) a las que tenían talento.

Entonces las buenas deportistas entrenaban fuerte con la profesora y nosotras nos hacíamos las que íbamos a hacer salto en largo, allá en la otra punta, y nos tirábamos a hacer nada. De vez en cuando algún reto de la profesora le aliviaba la conciencia, pero nada cambiaba. Nunca me ayudaron a entender que el deporte era bueno para la salud, y que a lo mejor, caminar unas vueltas alrededor del campo de deportes, era sano. No, el tema era prepararte para competir. Y ganar. Yo no servia ni tenía ganas de servir.

O en las clases de arte en las que se destacaba especialmente una chica que dibujaba caballos con un talento increíble (hoy es una artista reconocida) Nos quedábamos bobas, con la boca abierta, halagándola, cada vez que la profesora llamaba nuestra atención para mostrarnos algo de ella como ejemplo de lo que era dibujar bien. Linda manera de levantarnos la autoestima. Así que nunca disfruté de pintar o de trabajar en las clases de arte ¿para qué? Si lo mío era mediocre y no salía del dibujo tonto. Nadie me dijo, y no me di cuenta sola, que se puede disfrutar dibujando, que se pueden mezclar técnicas, que podemos experimentar, hacer collages, plasmar sentimientos, estados de ánimo, sin necesidad de que sean figuras de exposición, ni objetos de admiración de nadie.

Ni errores ni fracasos



"en la vida no hay
errores
ni
fracasos,
sino
experiencias
que nos hacen crecer"


Escribimos desde que aprendemos a escribir

Escribo desde siempre, pero me di cuenta hace no mucho. No, no soy boba, pero siempre me pareció natural escribir. Escribía agendas y las decoraba (la verdad, verdad: lo sigo haciendo) con stickers, con frases que me gustaban, con palabras recortadas, versos, partes de una canción.

No tengo nada guardado de lo que escribía porque nunca me destaqué: a nadie le pareció lo suficientemente “bueno” como para hacerme tomar conciencia de lo que hacía.

Sé que llevaba un diario en mi adolescencia. Sé que lo escondía atrás de muchas cosas en la parte de arriba de mi placard, ahí donde se supone que uno guarda porquerías o cosas que no necesita tener a mano. Bueno, ahí escondía yo mi especie de diario, bien, bien escondido. Ahí yo escribía, medio en clave por si alguien por casualidad lo llegaba a encontrar, cosas muy personales: de amores, del chico que me gustaba, de encuentros. Me acuerdo perfecto el día que sentada en mi cama, llorando, después de una pelea con mis viejos, y llena de furia y de impotencia, agarré mi diario, y empecé a escribir y a escribir que nunca nunca nunca iba a tratar a mis hijos como ellos me trataban a mí y con furia lo empecé a mamarrachear y hasta me pasé de hojas de tanto que apretaba la birome y rompí y mamarraché muchas hojas más.

El día que ordené mi cuarto, y separé las cosa que me iba a llevar a mi departamento nuevo, mi nueva casa de recién casada, con 21 años, tiré ese diario y todas las cartas y agendas y papeles que tenía.

No guardé nada, de tanto que quería empezar algo nuevo, tiré todo lo viejo.

Hoy me arrepiento. Podría entender muchas cosas leyendo algo de todo eso, podría ver cuánto me ayudó o no escribir, podría tener recuerdos verdaderos.