viernes




Ajo -micropoemas-

nota en el Blog de Eterna Cadencia






jueves

Escribir




Alan Pauls y Edgardo Cozarinsky,


en la revista Ñ

miércoles

La literatura y el humor

Luis Rafael Sánchez acaba de despotricar contra los escritores solemnes “cuesta tanto escribir que encima hacerse el solemne es una estupidez”. Y luego ha recordado el final de Con los Faldas y a lo loco, con Jack Lemon y Marilyn Monroe, cuando un mafioso se enamora de uno de los protagonistas disfrazado de mujer para huir de la mafia, y termina confesándole al final de la película al mafioso que es hombre. Y la respuesta de este es impecable: Nadie es perfecto.

Bryce Echenique comenta que nunca busca el sentido del humor en los libros, no lee libros para reírse, pero cuando al final del libro no se ha reído se siente mal.


http://ivanthays.com.pe/



domingo

Luisgé Martín: “La inspiración me parece un momento erótico”


Algunos escritores veneran los fogonazos de inspiración; otros, nos recuerdan que la celebérrima frase picassiana: “que me coja trabajando”. Ese tránsito, entre la llegada de las musas y la obra literaria concluida, parece ser uno de los secretos mejor guardados por los autores. Sin embargo, Luisgé Martín nos desvela qué es para él ese momento mágico, si existe, en el que pare su literatura. “Viene de repente. Se parece a un estado de ánimo, a un sentimiento; pero también a un momento erótico”, explica. Con el autor madrileño, concluimos esta serie de artículos en los que un grupo de escritores y escritoras nos confiesan un quinteto de recetas para afrontar la literatura.

PRIMERO. Escribo sin demasiadas manías pero con rutina. En mi despacho y en silencio. A cualquier hora, pero preferentemente por la noche. El porqué es larguísimo y siempre incompleto: por imperativo vital, para contarme a mí mismo el mundo, para combatir la muerte, para tener un hilo de comunicación con los demás, para ahorrarme la terapia psicológica...

SEGUNDO. La inspiración existe, pero es una de las cosas más fugaces e imprevistas que conozco. Viene de repente. Se parece a un estado de ánimo, a un sentimiento. Pero se parece también a un momento erótico: después del manoseo y de los besos con el papel durante mucho rato, llega la excitación y de golpe todo fluye de otra manera. No obstante, los libros se construyen con trabajo, con perseverancia, con paciencia. A diferencia de otros trabajos o de otras tareas (incluso algunas también creativas), la escritura exige constancia. Lo importante no es sólo sentarse delante del ordenador cada día, sino tener la cabeza ocupada las veinticuatro horas del día por el libro que se escribe. La inspiración llega con el trabajo, pero sobre todo llega con la obsesión.

TERCERO. ¿De qué escribir? Miguel Hernández, cuyo centenario celebramos este año, escribió aquel célebre poema de las tres heridas: la de la muerte, la del amor y la de la vida. Ahí están todos los asuntos que pueden interesar a un escritor. La particularización, el detalle literario, vendrá de la mano de la biografía de cada uno: de las carencias, de los fracasos, del azar, de las lecturas. A mí, como autor, me han interesado siempre los asuntos relacionados con las relaciones humanas, con la doblez oscura que hay detrás de cada individuo. Pero como lector, en cambio, me han interesado todo tipo de temas. Parafraseando, con un poco de pedantería, a Terencio, podríamos decir que nada de lo humano le es ajeno a la literatura.

CUARTO. Los personajes nacen de varios moldeados. Siempre hay un rasgo de temperamento, un hecho biográfico o un motor vital que están en el germen, en la médula del personaje. Luego se le “adorna” con un aspecto físico, con unas costumbres y con unas características que a veces tienen sentido narrativo (que abundan en la personalidad principal del personaje) y otras veces son meramente accesorios, aunque sin duda sirven para conformarlo. Un personaje celoso, por ejemplo, no tiene por qué ser fontanero o cantante de ópera, pero tiene que tener una profesión; no tiene por qué ser calvo o ser melenudo, pero tiene que tener un aspecto físico. La voz, las palabras, son importantes también para pintar el personaje. Y, una vez más, el azar. Algunas veces, en el curso de escritura de una novela, me han pasado cosas o he conocido a personas que me han ayudado al dibujo de un personaje. Si no me hubieran pasado esas cosas, o si me hubieran pasado otras, el personaje habría sido distinto.

CINCO. Hay libros que sirven de patrón o de biblia literaria, según dicen los entendidos, pero yo no he leído con esa sistemática nunca. Es evidente, por ejemplo, que leer a Henry James ayuda a un escritor, por ejemplo, pero se puede ser un escritor excelente sin leer a Henry James (e incluso yo diría que leyendo a Henry James con el propósito de aprender a escribir se será peor escritor). Yo siempre recomiendo leer mucho y en desorden. Es lo que yo he hecho (no premeditadamente: por pereza científica) y creo que es útil.

jueves

Sobre los cuentos que llegan


Por esas razones escribo cuentos que me buscan y encuentro durante un trayecto de autobús, al observar a la gente desde la terraza de un bar, al imaginar qué ocurriría si..., al escuchar una conversación o al leer una de esas noticias breves que se pierden en los ángulos muertos de los periódicos. Relatos en los que se puede contar una fracción de clarividencia de la cotidianidad o indagar en algo intrascendente en apariencia y al mismo tiempo introducir reflexiones críticas ante los valores sociales y las emociones del individuo. De Guillermo Busutil, "El cuento, un golpe de mano" en Pequeñas resistencias (Páginas de Espuma)



miércoles

Escritores o no escritores, la idea es ésta



La mayoría de las personas no ven lo que sucede a su alrededor.

Este es mi mensaje principal para los escritores: por el amor de Dios,

mantengan los ojos bien abiertos.

(William Burroughs)


lunes

Escribir, escribir siempre



Escribir permite reconocer un conflicto, procesarlo, barajar soluciones alternativas y, si se lo hace en forma sostenida, evaluar progresos y logros.


Consejos prácticos para escribir

• Encuentre un espacio y tiempo para escribir sin interrupciones.
Prométase escribir un mínimo de 15 minutos diarios, por lo menos durante 3 o 4 días seguidos.
• Una vez que empezó, escriba continuamente, sin preocuparse por gramática u ortografía. Si se le acaban los temas, repita lo que ya escribió.

Escriba acerca de:

• Temas en los que está pensando mucho, o que le preocupan.
• Cosas con las que sueña.
• Cuestiones que están afectando su vida de
modo no saludable.
• Temas que ha venido evitando por días, meses
o años.
• Escriba con absoluta honestidad. Para ello, conviene planear deshacerse de lo escrito al terminar.

Luego se verá: puede guardarlo, editarlo, borrarlo, quemarlo, romperlo, o comerlo (no recomendado).

(Extraído de: Pennebaker, James W., Writing and Health: Some Practical Advice)


sábado

Fogwill, una bestia, un provocador, puro talento

Marguerite Duras, en Escribir


Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Es imposible.

Todo escribe a nuestro alrededor, eso es lo que hay que llegar a percibir; todo escribe…


jueves

Cartas a un joven novelista, Mario Vargas Llosa


Una reflexión en forma epistolar dirigida a todos aquellos a los que domina la ilusión de llegar a ser novelistas.

El gran escritor peruano, a través de estas cartas, nos habla con lucidez del oficio y el arte de narrar, y aconseja:

«... quien ve en el éxito el estímulo esencial de su vocación es probable que vea frustrado su sueño y confunda la vocación literaria con la vocación por el relumbrón y los beneficios económicos que a ciertos escritores (muy contados) depara la literatura. Ambas cosas son distintas. Tal vez, el atributo principal de la vocación literaria sea que, quien la tiene, vive el ejercicio de esa vocación como su mejor recompensa, más, mucho más, que todas las que pudiera alcanzar como consecuencia de sus frutos.»

Y, a partir de esa idea fundamental sobre la vocación, Vargas Llosa discurre sobre el poder de persuasión, el estilo, el espacio y el tiempo del narrador, la realidad y la experiencia del escritor, la autenticidad y la ficción del relato, la eficacia de la escritura, su coherencia interna que emana del propio lenguaje, la estructura de la novela,

«esa artesanía que sostiene como un todo armónico y viviente las ficciones que nos deslumbran»...

Un alarde de sabiduría y experiencia, ilustrado con numerosos ejemplos de escritores y novelas, descritos con pinceladas breves y certeras, que acaba con un consejo definitivo:

«Querido amigo: estoy tratando de decirle que se olvide de todo lo que ha leído en mis cartas sobre la forma novelesca y de que se ponga a escribir novelas de una vez.»


El consejo de... Charles Dickens Sobre su hijo, David Copperfield


Dickens, que con doce años empezó a trabajar en una fábrica de betún después de que su padre fuera encarcelado, escribió algunas novelas tan conocidas como Oliver Twist, Papeles póstumos del club Pickwick o David Copperfield.


Esta última, narrada en primera persona y con trazos autobiográficos, fue para él su novela favorita.

En el prólogo de la misma, escribe:

Es posible que al lector le interese muy poco saber con cuánta tristeza se abandona la pluma después de una labor creadora de dos años; o cómo se siente el autor al arrojar una parte de sí mismo en el reino de las sombras, cuando una multitud de criaturas de su imaginación se separan de él para siempre. Y, sin embargo, no tenía nada más que contar; a menos que confesara (lo, todavía hoy, que sólo me queda algo nuevo que confiar al lector. De todos mis libros, éste es el que prefiero. Nadie pondrá en duda que soy un padre afectuoso con todos que quizá sea aún menos relevante) que a nadie podría parecerse más esta narración, al leerla, de lo que me había parecido a mí al escribirla. Tan ciertas son estas afirmaciones los hijos de mi imaginación, y que ningún otro progenitor puede querer a su familia con tanta ternura. Pero, como muchos padres afectuosos, tengo un hijo favorito en el fondo de mi corazón. Y su nombre es David Copperfield.

De Charles Dickens, David Copperfield (Alba)


lunes

Artículo muy interesante del diario El País

La papelera




Durante el proceso de elaboración de un texto se produce cierto porcentaje de fracasos. La papelera se ha inventado para algo. Piensen en ella como en el altar de la musa del olvido a quien ofrecen sus chapuceros primeros esbozos, símbolo de sus imperfecciones humanas. Ella es la décima musa, aquella sin la cual ninguna de las otras podría actuar. El don que ella les ofrece es la libertad de la segunda oportunidad. O de tantas oportunidades como necesiten.


Margaret Atwood,«Nueve comienzos», en La maldición de Eva.


domingo

lunes

Otro buenísimo blog para datos de nombres y autores y libros




y disfrutar o enfurecernos x todo lo que no leímos


a mí me encanta, súper completo


http://www.lecturalia.com/

Buenísimo reportaje





Hace algunos años visité a Fernando Vallejo en su departamento de Ciudad de México (y lo más seguro es que él no lo recuerde). Un par de horas antes me presenté por teléfono como periodista y le pedí una entrevista. Recuerdo todavía cada una de sus palabras al otro lado de la línea, con esa voz delgadita, casi frágil, que tiene:

-Venga a mi casa y hablamos, pero sin que publique nada -respondió-. Si quiere decir algo de mí en Colombia -agregó-, diga que me morí.

La muerte y Fernando Vallejo han caminado juntos desde hace tiempo. La muerte, como protagonista de su literatura. En su nueva novela, El don de la vida (Alfaguara), Vallejo -o el personaje de la historia, que puede no ser él, vaya a saberse- entabla un diálogo con la Muerte (así, en mayúsculas). Sentados en una banca del parque Bolívar, de Medellín, los dos pasan las horas completando un largo listado de personas fallecidas y compartiendo opiniones sobre muchos temas, como si fueran unos viejos compadres. La Iglesia, el sexo, la política, la familia, el idioma, Medellín, Colombia, la vejez, el pasado. El Vallejo de siempre, igual de rabioso, igual de franco, aparece en este libro que, sin embargo, está escrito en una forma que hacía rato no empleaba el autor antioqueño: el diálogo.

-Para mí lo más fácil es poner a hablar a los personajes: lo aprendí prestándole atención a la gente y escribiendo guiones de cine. Por lo demás, mis libros nunca han sido monólogos; en varios de ellos hay diálogos míos con un juez, con un psiquiatra, con un cura... Y continuas interpelaciones al lector. En Entre fantasmas le dicto párrafos enteros, que le voy corrigiendo, a un amanuense.

-El protagonista conversa con la muerte y entre los dos casi no hay puntos contradictorios. ¿No habría sido más tentador dialogar o debatir con la vida?

-Yo no tengo nada qué debatir con la vida. Lo único que quiero es salir de ella.

Vallejo responde corto, conciso. Lo prefiere así, dice, para que no salgan editadas sus palabras. ¿Y cuándo vamos a encontrarnos con un Vallejo que no defienda a la muerte? "Menos la Muerte, que vive y queda, todo se muere y pasa. Pero al final de cuentas la Muerte no es tan mala, es una buena mujer. Consuela al triste, reivindica al pobre, cura al masturbador, duerme al insomne, pone a descansar al cansado...", dice en la página 144.

-Lo que se extraña en este libro son las historias con sus abuelos, sus palabras de amor por ellos. Aquí incluso se queja de su abuela por haber dado a luz...

-Traer hijos a este mundo es el crimen máximo. Con todo lo que quise a mi abuela, cada día que pasa se lo perdono menos. ¡Qué tenía que meterse esa santa mujer en semejantes porquerías!

-Y por ahí aparece también que lleva años acostándose con Colombia... ¿Se trata acaso de una reconciliación o, por lo menos, de un deseo de reconciliarse?

-Nada de eso. Puro sexo. A mi peor enemigo le perdono lo que sea si está bueno y se acuesta conmigo.

Colombia, claro, tampoco sale bien librada en este libro. De ahí que aparezcan frases como éstas: "¡Y cuál patria, a ver, de cuál hablamos! ¿De Colombia? Colombia es un matadero, el campo mejor minado para la Muerte".

-Al terminar la novela uno puede pensar que el don de la vida para Vallejo es poder morirse. ¿El título del libro es una ironía?

-Sí, es un título irónico. La vida es una desgracia. Entiendo la muerte como un alivio.

-"La lengua española se putió", escribe. ¿Tan malo ve el estado actual de nuestro idioma?

-La lengua española perdió toda su expresividad y su gracia, y hoy no es más que un pobre adefesio anglizado . Ojalá que se acabe también. Total, ya ha durado mil años. ¿Qué más quieren?

-Ha afirmado que no lee un libro desde hace veinticinco años. ¿Qué libros quedan en su biblioteca?

-¿Libros? Un diccionario viejo de la Real Academia y pare de contar.

Pocos se salvan en las páginas de El don de la vida . De Jorge Luis Borges, Vallejo escribe que "era un güevón y todos lo saben. ¡Pero quién le da patadas a un ciego!". De García Márquez aparece, por ejemplo: "No debe ser El amor en los tiempos del cólera . Debe ser: ´Amor en tiempos de cólera´. Sobran ´el´, ´los´ y el artículo ´el´ de la contracción ´del´. ¡Qué hombre estúpido el de semejante título! Un güevón inflado".

Vallejo dispara palabras contra Bolívar, contra el Papa de hoy y el de antes, contra los liberales y los godos, contra Dios, contra la presidenta argentina Cristina Kirchner, contra Hugo Chávez, contra los pobres, los ricos. Y cómo iba a faltar, también, contra el presidente Álvaro Uribe...

-¿No cree que incluir nombres tan coyunturales reduce el vuelo que pueda tener una novela?

-No sólo le reduce el vuelo: la empuerca. ¡Pero qué importa! Entre la porquería andamos.

-Uno siente que sus novelas son el resultado de manuscritos salidos de un tirón y sin barreras. ¿En su trabajo hay mucha revisión, mucha reescritura?

-Ninguna. No releo lo que escribo. Por eso los libros míos están llenos de repeticiones y contradicciones. Pero así los dejo. No les cambio ni una coma. Lo que sí no me quedan es lo suficientemente caóticos para que me reflejen a mí.

-¿Qué le genera un libro cuando lo termina? ¿Qué siente hoy por El don de la vida , por ejemplo?

-Para mí terminar un libro es como una eyaculación de diez minutos en ralentí, fantástica, "inmarcesible", como diría Núñez.

-A finales del año pasado usted dijo que ésta sería su última novela. ¿Ésta es su despedida de la novela como género o de la escritura en general?

-No: es simplemente el tercer libro que escribo sobre mi muerte. A ver si logro escribir el cuarto. Entre fantasmas y La Rambla paralela no me quedaron bien. Ni éste tampoco. Con mi muerte soy exigentísimo. Espero escribir siquiera cinco más sobre este mismo tema a ver si le acierto.

-¿Es decir que en este libro todavía no está todo lo que quiso decirle a la muerte?

-No, todavía no acabo, me da para varios libros más, empecinados, repetitivos, rabiosos.

-¿Y este libro, como ha dicho de otros, también lo escribió escuchando música?

-Sí. Lo escribí escuchando boleros. Y llorando por "lo que pudo haber sido y no fue".

Algunos opinan que el Vallejo personaje público ha opacado al Vallejo escritor. ¿Será así? "No soy ningún personaje público -responde- ni me doy ninguna importancia como escritor."


jueves

Por los comentarios del post anterior y que el próximo es el último encuentro

Me cuentan que hubo mucho entusiasmo y que pasaron cosas copadas y por lo que leo, un balance muy positivo.

Yo les quiero contar algo: no tengo ningún beneficio económico con éstos cursos. Y leo que Ale ya larga otro de éstos, y que algunos se están planteando seguir.
Este taller, a mi modo de ver, es el más eficaz de los que da Ale (eso q dice q tiene garantía)

Yo lo hice, participé, de no sé ya cuántos, me hacen bien, me empujan. Me dan entusiasmo. Yo le digo a Ale q es mi Prozac sin droga. Suelo cargar pilas, sentir que puedo y me doy permisos y entiendo cada vez más de todo ésto.

Lo que les quiero decir es que el que pueda y quiera, que siga, que cuánto más nos acercamos a nuestros deseos más claro es todo, que repetirlo y tomarlo como una terapia, un empujoncito semanal, un no desconectarnos con lo que queremos, una brújula, un norte, un apoyo, que siga, que lo haga, que vaya, que vale la pena.


martes

A ver si alguien en estos día me cuenta cómo fue hoy


Qué hicieron. Qué hablaron. Qué se llevaron de bueno. Ideas copadas q hayan surgido, entusiasmos nuevos. Y sobre todo cuenten si escribieron, si en general la ronda de misiones cumplidas fue positiva. Nos vemos el martes q viene. Llevo regalo sorpresa. El q no va se lo pierde. Besos desde acá



Laura Meradi cuenta cómo escribió "tu mano izquierda"




En ésta página
hay entrevistas muy interesantes (por más q el libro a lo mejor no sea interesante) pero ellos cuentan, nadie los interrumpe, los filman mientas los dejan hablar. Y al final, en todos los casos, leen un pedacito. Hay muchos. Está bueno.

Elijo al azar como Laura Meradi cuenta su propia manera de llegar a escribir su novela.


al principio escribía cuentos, textos q ella pensaba que eran cuentos, pero no tenía ni idea, se dejó llevar y descubrió q muchos cuentos tenían el mismo personaje. soportó "el enchastre" la angustia de no saber, y de repente, pum, la cosa cae, se hace la luz.
Me gusta como dice que contaba una historia de Cecilia y después "me venía otra y me venía otra, me venía otra" Se deja usar como un lugar adonde van las historias. Lo escribió en DOS o tres años, corrigió, reescribió, cambió la estructura varias veces. Dice 'las escenas me van diciendo a mí lo q estaba detrás'
No tenía una estructura previa, los supuestos cuentos la fueron llevando.

CONFIÉ MUCHO EN ESA MANERA ( cómo me gusta esa frase )


No leí el libro, pero me gusta espiar, escuchar cómo hacen, cómo piensan sus libros, cómo se van sintiendo

domingo

Se nono e vero, e ben trovato

Julio Cortázar escribía: "La coma, esa puerta giratoria del pensamiento"

Lea y analice la siguiente frase:

"Si el hombre supiera realmente el valor que tiene la mujer andaría en cuatro patas en su búsqueda".

Si usted es mujer, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra mujer.
Si usted es varón, con toda seguridad colocaría la coma después de la palabra tiene.

viernes

No lo encuentro ni traducido ni con subtítulos, si alguien quisiera... es MUY interesante

(hay mucho material de Julia Cameron en internet, sobre todo videos)


Vieron la película o leyeron The Freedom Writers (Diarios de la Calle)?



Es la historia real de una maestra muy joven que la ponen a cargo de una clase en California, un secundario con terribles problemas de violencia y de intolerancia, una clase con adolescentes de clase baja, negros, latinos, blancos, judíos, chorros, droga, todo es un descontrol. Una historia real. Lo único que parecen tener en común estos chicos y la comunidad en general es el odio que se tienen entre sí.

Ésta maestra hace de todo para intentar enseñar algo, pars ganarse a sus estudiantes pese al rechazo de todos ellos.
Sabiendo que cada uno de sus estudiantes tiene una historia que contar, la maestra como un recurso diferente que se le ocurre como única opción, les propone que escriban un diario con sus pensamientos y experiencias. Les lleva un cuaderno a cada uno (el típico cuaderno yankee) y los anima a escribir. Los diarios de los chicos dejan de ser "una obligación escolar" y se convierten en un instrumento de afirmación vital. A partir de esta experiencia real se hizo la película, y ahora existe una Fundación que trabaja con chicos marginados y es súper interesante saber cómo hacen ( yo me suscribí a la Fundación para que me manden info porque mi sueño era poder hacer algo parecido acá) Escribir. Escribir. Conocerse a través de la escritura. Crecer. Plantearse proyectos. Un ejemplo. Otro más.

no hay q escribir bajo la influencia del dolor, sino con el recuerdo del dolor


porque la perturbación q uno siente cuando está dolorido le hace dar x buenas algunas macarronerías

si se mete un dolor verdadero la mezcla es nociva




jueves

Yo escribo


qué raros son los jueves que parecen lunes

(ahí hay una frase para empezar a escribir)


y Franco nos regala dos frases más


absolutamente de acuerdo


y


que animales de costumbres que somos no?


Ya tenemos tres, de la nada, en éste lugarcito.


Y ahora que ya tenemos qué escribir, aparecen mil excusas Y EL CENSOR.

La primera gran excusa es
no tengo tiempo. Entonces qué pasa con mi vida si de verdad no tengo 10 minutos (DIEZ MINUTOS) x día para escribir libremente, para escucharme y pasarlo a un papel, para embarcarme en ésta aventura de conocerme a través de la escritura, de encarar un Proyecto.


Pensemos.


Qué raros son los jueves que parecen lunes no?

domingo

Ella lo explica así

La cita con el artista


Julia Cameron propone una cita semanal, un compromiso con uno mismo, algo planeado, un juego, salir a algún lugar que nos aporte algo nuevo, un rato, una vez x semana.

Si no viajás nunca en subte, puede ser un viaje en subte, un paseo por un barrio desconocido, una visita a un local de libros viejos, una plaza, un museo, una disquería, un local de muebles orientales, o de antiguedades. Lo que se nos ocurra. Sentarnos en una estación de tren, visitar una sala de espera de un hospital, (todo esto son cosas q se me ocurren a mí) tomar un café en la terminal de buquebús.


Yo ayer fui al Tigre, no es que fui especialmente como pide Cameron, pero saqué fotos y volví con muchas ganas de escribir.

Es una manera simple de nutrirnos, de salir de nuestros lugares de siempre, de agudizar la mirada.

A mí me sirve.





sábado

El irresistible ego de los escritores, entre otras cosas


Decálogo del escritor

Augusto Monterroso

Primero.

Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".

Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo.
Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.

Muy en serio con mucho humor

Literatura

Javier Cercas: “Ni se te ocurra escribir para los críticos”

08/03/2010 | David González / Aviondepapel.tv

El autor de 'Soldados de Salamina' tira la primera piedra y nos ayuda a comenzar una serie de artículos en los que le daremos vueltas al oficio del escritor y cuáles son sos más peligrosos fantasmas.

Los decálogos para escritores tienen cierta tradición en Latinoamérica. Desde Horacio Quiroga a Augusto Monterroso, pasando por Jorge Luis Borges o Roberto Bolaño, muchos autores han difundido su propia poética o aquella manera de explicar cómo escribir, por qué y dónde. Así, nosotros les hemos propuesto varios escritores españoles que nos cedan su propio decálogo o bien aquellas experiencias o consejos que les ayudaron en su oficio narrativo. Javier Cercas es el primero de estos autores. Nos cede un decálogo apócrifo, en el que nos advierte: “Ni se te ocurra escribir para los críticos”.

Decálogo apócrifo del escritor de éxito, de Javier Cercas

PRIMERO. Recuerda que la única forma posible de éxito consiste en escribir el mejor libro que puedes escribir, ese libro que antes de terminar de escribir ni siquiera imaginabas que podías llegar a escribir. No busques ninguna otra forma de éxito: que sea ella la que te busque a ti. Si te pilla, no tengas miedo y haz como si no pasara nada.

SEGUNDO. No escribas para tu madre. Ni para tu padre. Ni para tu novia. No escribas para tus amigos. No escribas para tus enemigos (sobre todo, no los odies: el odio, lo dijo Michael Corleone, no te permite juzgarlos). Ni se te ocurra escribir para los críticos. Ni para los editores ni para los agentes ni por supuesto para esa abstracción llamada lector, que, como su propio nombre indica, no existe. Ni siquera escribas para ti mismo. Escribe para un Dios impecablemente omnisciente, que sabe incluso cuando estás tratando de engañarlo. Y entonces se ríe con una carcajada horripilante.

TERCERO. No olvides que escribir una frase consiste en resolver un problema que la siguiente frase vuelve a plantear. Ni que escribir un libro consiste en lo mismo. Desconfía de la facilidad. No intentes ser inteligente ni sabio ni profundo ni gracioso ni divertido (por Dios santo, no intentes ser gracioso ni divertido): que lo sea el libro. Que el libro sea mucho mejor que tú, que no eres más que un pobre hombre, como todo el mundo. Dedícate a otra cosa en cuando notes que escribes tratando de quedar bien. No olvides que escribir consiste en reescribir; es decir: en averiguar qué es lo que estaba dentro de ti sin que tú lo supieras.

CUARTO
. Huye como de la peste de las frases bonitas, de las palabras bonitas, de quienes escriben con mayúscula la palabra arte, la palabra artista, la palabra obra, la palabra belleza, sobre todo la palabra belleza. Huye de todo lo que suene remotamente a literatura; la literatura es lo que nunca, ni siquiera remotamente, suena a literatura: suena sólo a verdad.

QUINTO. Resérvate el miedo que tengas (y ya sé que tienes un miedo espantoso) para la vida, y destiérralo como sea en cuanto te sientes a escribir, para que aparezca entero y verdadero en tus libros, que son lo que de verdad eres. Recuerda que este oficio no es para cobardes, pero recuerda también que el valiente no es el que no tiene miedo, sino el que tiene miedo y se aguanta y luego embiste y va a por todas.

SEXTO. Escribe como si estuvieras muerto y recordaras o inventaras (da lo mismo) cuanto te ocurrió a ti o a otros, igual que si quisieras materializar un espejismo, igual que si contra toda evidencia te hubieras convencido de que, en el momento en que consigas materializarlo, lo que te ocurrió a ti o a otros se volverá más real que lo real, que a fin de cuentas no es nada. Recuerda, por cierto, que no hay nada más importante que la literatura, excepto la vida.

SÉPTIMO
. Cultiva tus obsesiones, tus vicios, tu locura y, con moderación, tu cordura; cultiva tus perplejidades, tus pasiones (las altas y las bajas, sobre todo las bajas), tu gusto intransferible (el bueno y el malo, sobre todo el malo), y no olvides reírte con alegre fiereza de ti mismo. Recuerda que tus defectos son también tus virtudes. Ni harto de vino rechaces un elogio, porque -esto no lo dijo Michael Corleone, sino La Rochefocauld, pero para el caso es lo mismo- quien rechaza un elogio es porque quiere dos. Y, sobre todo, sobre todo, por nada del mundo te resignes a sentir envidia de un colega o a hablar mal de él: es una confesión de inferioridad.

OCTAVO. Léelo todo, relee sólo lo más íntimo (pero relee mucho), escribe lo que te salga de las entrañas –por decirlo con una palabra distinguida-, y publica sólo lo que no puedas no publicar. A menos que hayas decidido suicidarte o te hayas perdido por completo el respeto a ti mismo o los acreedores te amenacen con la cárcel o el potro de tortura, no tengas prisa por publicar.

NOVENO. Si escribes con ordenador, hazme caso y presiona de vez en cuando el icono Guardar, y no escatimes en copias de seguridad: más que nada para ahorrarte hacer el mamarracho ante ti mismo con la imaginación masoquista y vilmente halagadora de que acabas de perder para siempre la frase o el párrafo o la página que te iba a justificar; si escribes a mano, tienes una posibilidad menos de hacer el mamarracho, así que es preferible que escribas a mano. Este mandamiento es el penúltimo, pero debería ser el segundo.

DÉCIMO. Recuerda (este mandamiento es el último, pero debería ser el primero) no hacer caso jamás de ningún decálogo. Empezando por éste y acabando por el que tú mismo escribas el día en que alguien decida que eres un escritor de éxito y te pida escribir un decálogo del escritor de éxito.


Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) nos cede este decálogo con motivo de su participación en el encuentro El escritor y sus fantasmas, que hasta el 25 de marzo organiza el Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, en Madrid. Cercas ha publicado el libro de cuentos El móvil (1987), el libro de relatos Relatos realesEl inquilino (1989), El vientre de la ballena (1997), Soldados de Salamina (2001), obra por la que consiguió un éxito internacional de crítica y público y que ha sido adaptada al cine y al teatro, La velocidad de la luz (2005) y Diálogos de Salamina, un paseo por el cine (2003); la recopilación de artículos La verdad de Agamenón (2006), la biografía, en colaboración con Cesc Puigdevall Álbum Galmés (2002) y el ensayo Anatomía de un instante (2009). Ha recibido, entre otros, el Premio Qué Leer, Premio Crisol, Premi Llibreter, Premio Librería Cálamo, Premio Salambó, The Independent Foreign Fiction Prize en Reino Unido, Premio Grinzane Cavour en Italia, Premio de la Crítica de Chile, Premi Ciutat de Barcelona, Premio Ciudad de Cartagena, Premio Extremadura, 2008 - Athens Prize for Literatura.
(2000), las novelas

jueves

Ya es jueves


Comparon cuaderno?

Empezaron a escribirlo?

-cantidad - cantidad-



cómo van?

miércoles

Chat desencontrado



Marie: Quedé alucinada!


(resumen de la noche de anoche de Marie)


Una blogger del grupo para ir a visitar



Disfruté del primer encuentro. Me quedo con las ideas flotando en el espacio.


Pego una de mis críticas cinematográficas en mi nuevo blog:














martes

Hoy fue el primer encuentro del Taller de Proyectos de Escritura de Alejandro Rozitchner


Éramos un montón y estuvo bueno.

Como yo ya fui a varios veo algunos patrones q se repiten en los distintos grupos: profesionales que quieren cambiar su manera de escribir, gente con ilusiones y proyectos, con cosas ya escritas, con nada escrito, con ganas de hacer algo con la escritura. Gente con entusiasmo y eso en el encuentro se contagia.

Yo estoy segura que este Taller sirve para mucho más q para largarse a escribir, organizar un proyecto o decidir la trama de una novela. Sirve para conocerse, para tener un espacio propio de libertad y sueños. Es un instrumento de transformación.

A mí al final me salió decir lo de quedarnos con la sensación de libertad, poder y entusiasmo que da éste tipo de enfoque, escribir MUCHO, sin que la calidad sea juzgada. Escribir con ciertas reglas, la principal: escribir!

Dejo acá mi mail x si quieren ponerse en contacto conmigo, o si quieren que suba algún material interesante me lo mandan x mail y lo compartimos en el blog

laurabeilin@fibertel.com.ar

besos, compren el cuaderno y una birome o lapicera q escriba lindo (oh, las Lammy!) y busquen momentos. Son nuestros tesoros.



viernes

Escribir x escribir




Escribir con el universo en contra.

Escribir sin detenerse, sobre la cuadrícula azul de una libreta encuadernada en espiral y el bolígrafo de la propaganda farmacéutica.

Escribir antes de la salida del sol, y los párpados de los demás bien cerraditos.

Escribir sin ton ni son, sobre cualquier superficie que se preste: una guitarra reciclada, el filo de una navaja, la masa de un pastel de cumpleaños, un protector de enchufe.

Escribir sobre la arena con un palo. Escribir sobre las piedras con pintauñas. Escribir con purpurina en los zapatos viejos y las chupas desgastadas. Escribir tatuando. Escribir en la parte de atrás de los formularios.

Escribir sobre un códice membranáceo: un lápiz de ojos sobre la piel de alguien cercano.

Escribir sin estudio, en harapos, en los trancos de las casas junto al orín de los perros. Escribir en los bares que hieden a sociedad alcoholizada; concentrarse en ese ruido meditativo.

Escribir en las escaleras del Ritz o en la sala de espera de un hospital de enfermos terminales. Experimentar en lugares distintos, con su energía, su clímax. Hacer espiritismo con las nueve musas allí donde se esté.

Escribir para traicionar a las marujas: en las lavanderías, sobre los tetrabricks de leche del supermercado, en la cola del médico, en los parques mientras Sàgar juega con la arena.

Escribir en el insomnio. Escribir en el cansancio como si escribir pese a todo fuera inhumano.

Escribir con el vaho del vapor de ducha y el dedo índice deslizándose sobre el espejo vanidoso. Escribir con una cortina de lágrimas, el espíritu derrotado y la pregunta retórica de si seguir escribiendo servirá de algo.

Hablarle a una grabadora si se tienen las manos ocupadas. Escribir con todo tipo de utensilios y en toda clase de alfabetos. Escribir con sangre sobre las sábanas, con aire en los micrófonos, con mierda en las paredes de la cárcel. Escribir en el último hervor de una sopa de letras. Escribir biseccionando un crucigrama.

Escribir por escribir, como fin en sí mismo.

Escribir como si nada.

Escribir como si todo.